Antonio González

El padre de Antonio está vinculado al mundo del ciclismo, donde ejerce de controlador antidopaje, y esa unión fue despertando en la descendencia de la familia una atracción por este deporte. Antonio recuerda cómo primero comenzó su hermano a practicar el deporte de la bicicleta y después llegó su momento con una montura muy pequeñita de la cadena de artículos deportivos Decathlon. En las competiciones se probó desde pronto, con poco más de seis años. “Desde el primer momento se me dio bien, gané más de veinte carreras por temporada en la categoría de Escuelas, siendo incluso varias veces campeón de Castilla y León”, señala. La falta de estructuras deportivas ciclistas en Soria le hizo competir enrolado en un equipo de Burgos. Y esa dinámica se repetirá; en su primer año en la categoría cadete, por ejemplo, lo hará con el Quesos Albéniz navarro. “Entre que no hay muchos equipos y que tampoco estamos geográficamente muy bien ubicados con respecto a lugares con muchas carreras opté por arrancar 2019 compitiendo de forma independiente, ya que en la categoría cadete desde mi punto de vista no es estrictamente necesario correr con un equipo”. A finales de agosto de este 2019 tramita una licencia con el Club Ciclista Turiaso de Tarazona para poder correr en la Vuelta al Bajo Aragón. Llegó a la Fundación Contador tras el Campus de Selección 2019 y cerró su paso por la estructura juvenil con una brillante victoria en la Vuelta a Talavera. En 2022 vivió su primer año en la estructura sub23 de la Fundación Contador y en 2023, en su segundo año, concretó un importante paso adelante a todos los niveles. Antonio protagonizó un gran susto durante la Santikutz Klasika de la Copa de España: una grave caída le dejó tendido en el arcén, inmóvil. Múltiples heridas y una fractura en su escápula derecha le mantuvieron alejado de la competición dos meses.