Sergio Hernández, pretemporada montañera
Ávila es tierra ciclista. Una orografía privilegiada, de paisajes hermosos y todo tipo de subidas; y una gran afición, entendida y pasional. Pero la bicicleta es solo una parte. Ante tal riqueza de cumbres y paisajes, de valles; ante tal variedad de sierras, ante semejante elogio al Sistema Central, la montaña es una forma de vida. De afrontarla. De sentirla. Y de disfrutarla. En una tierra ciclista, la montaña también es una válvula de escape. Naturaleza. Esparcimiento. Y un buen medio para calentar los retos del futuro. Sergio Hernández es el abulense del Polartec-Kometa sub23 y las montañas no faltan en su preparación.
Entre los deberes puestos para esta primera parte de la pretemporada por Carlos Barredo, preparador físico del equipo, se encuentran los paseos por la montaña. Sesiones de senderismo a baja intensidad. Ejercicio saludable y cimiento de cargas futuras. “A mí me gusta mucho. Al final tienes un contacto muy grande con la naturaleza”, comenta Hernández.
“Desde el punto de vista de la preparación física, en esta primera fase de la temporada este tipo de salidas se utilizan como entrenamiento cruzado; es decir se buscan actividades tipo trekking por el monte, la mountain bike o incluso piscina, con la finalidad de ir asentando la condición física (trabajo de capacidad y eficiencia aeróbica, además de acondicionamiento muscular) que más adelante permita trabajar de forma más específica, ya en la bici”, comenta el preparador del conjunto sub23.
Hernández ha encadenado en las últimas semanas dos de las rutas más célebres de su provincia. Hace una semana afrontó el Pico Zapatero, experiencia durante la que pudieron disfrutar de la presencia de la nieve. Este pasado fin de semana, atípicamente largo en España por la festividad de Todos los Santos, le tocó al Peñón del Torozo. En el zurrón, dos ‘dosmiles’ (2158 metros y 2022 metros, respectivamente). “Por aquí no nos podemos aburrir”, ríe Hernández. “Hay tenemos mucha variedad, y muy cerca de casa. Cada fin de semana que toca hacer una ruta larga voy a un pico diferente”, añade.
“Son actividades que al no ser tan habituales aumentan la motivación de los ciclistas y no les cuesta tanto de cabeza. Casi se podría decir que «se entrenan sin tener la sensación de estar entrenando». A estas actividades es fundamental sumarles el trabajo de fuerza que tendrá continuidad durante el año, si bien ahora es un periodo muy importante para su desarrollo”, prosigue Barredo. Y añade: “Como excorredor, a mí esta fase del año me encantaba. Sin querer, desarrollabas una gran base aeróbica, pero haciendo actividades muy diferentes al resto del año. Lógicamente, según va aumentando la especialización y la formación del ciclista, estas actividades cada vez son más específicas y muchas de ellas se restringen”.
“Es difícil quedarse con alguna subida, pero las cumbres de Gredos creo que son las más bonitas. El Torozo, al que fui en esta última subida, no lo conocía. Y también me ha gustado mucho”, concluye Hernández.