Raúl López para en la categoría sub23: “Es hora de vivir el ciclismo de otra manera”
“Siento mucho haberme quedado, os pido perdón”. La frase es real, tan real como lo gran ciclista, y mejor persona, que es él. Raúl López, el aragonés de la estructura sub23 de la Fundación Contador, acaba su etapa como corredor U23 y considera que ha llegado el momento de abandonar la competición. “Por suerte o por desgracia, la última Volta a Galicia ha sido mi ‘last dance’, mi último baile. El próximo año voy a dejar de competir, al menos con toda seguridad a estos niveles. No voy a enfocarme como élite, pienso que la vida son etapas y la mía como competidor ‘a un alto nivel’ ha llegado a su fin”, señala.
“Siento mucho haberme quedado, os pido perdón”, dijo en su momento tras una carrera de esta temporada cuando los planes y las previsiones de la reunión matutina no pudieron concretarse por falta de fuerzas tras un día, otro más, de dureza y desgaste. Las piernas llegan hasta donde llegan y cuando lo das todo, y aún así un poco más, no se puede pedir perdón. “Un chaval de diez, trabajador, honesto, educado, responsable… Siempre anteponiendo el bloque a lo individual. Todo lo bueno que se pueda decir de Raúl es poco”, indica Rafa Díaz Justo, su director esta última temporada.
Raúl López recaló en el EOLO-KOMETA Cycling Team de cara a esta temporada 2023 tras tres cursos previos en las filas del Caja Rural. Solo una campaña que ha sido un máster de bondad, entrega y compañerismo. “He tenido la suerte de estar cuatro años en equipos top, con material top, con oportunidades en carreras top, con un staff top… Al final las cosas no han salido o no he sido capaz de dar más. En el camino he trabajado y he ayudado a mis compañeros, porque en numerosas ocasiones me sentía mucho más realizado. Cuando tenía opción de disputar, he sido yo el que no he dado la talla”. Y añade: “Cada nueva temporada me he notado partiendo desde un escalón superior al año anterior, siento que he seguido el recorrido de la categoría, me he ido sintiendo cada vez más fuerte, más hecho, no me resultaba tan pesado el paso de los kilómetros… y también han salido mejores resultados. Pero de estos cuatro años me quedo con las experiencias. Al final son 40, 50 días de competición fuera de casa, más los viajes de ida y los de vuelta, las concentraciones… Eso une mucho”.
Lo cierto es que su andadura por la categoría no tuvo el mejor de los inicios, como le ha pasado a toda una camada de ciclistas, por culpa de la COVID-19, su pandemia, el confinamiento y la oleada de suspensiones que frenaron el ciclismo a todos los niveles. “El año del COVID fue difícil, al final hubo pocas carreras y al final los equipos le daban más calendario a sus corredores más veteranos. Después todo volvió a cierta normalidad y eso iba de la mano con ir cogiéndole el pulso a la categoría”, recuerda. Paralelamente, el ciclismo como deporte afrontaba también cambios concretados en una mayor atención a los jóvenes y sus potencialidades. A la caza del ‘nuevo Remco’ con nuevas formas de negociación.
Un cambio brusco para López, que inició su andadura en este deporte como Infantil, dentro de una escuela de ciclismo, y ha seguido la andadura más tradicional de lo que ha sido este deporte. Pasos firmes y constantes, primero muchos años bajo la preparación de Luis Escribano y esta campaña trabajando con Samuel Maragoni: “No es un tema fácil. Los números de los chicos están ahí, pero esos números no explican todo. Pienso que la júnior es una categoría en la que hay mucha diferencia de físico. Yo, por ejemplo, en mi primer año de juvenil no estaba hecho. Ahora con el desarrollo libre al final también potencias más a la gente que tiene un desarrollo físico mayor. Es cierto que ves a gente que viene con el cuerpo de un amateur de tercer año, pero un juvenil que salte al profesionalismo carece de las horas de vuelo competitivo de un ciclista que ha estado dos o tres años en sub23 y ese bagaje es necesario, se echa en falta, no se puede improvisar. Y Remco solo hay uno. Y Carlos Rodriguez solo hay uno”.
Prosigue López: “El tema mental va a ser muy importante y posiblemente sea un aspecto que se trabaja poco o nada. Hoy mismo ha ganado el Europeo absoluto de contrarreloj un chaval de 19 años. ¿Qué puede pensar el corredor de 27 años? ¿O el de 22? Igual duda, igual se plantea que no vale para esto, igual se come la cabeza y sin embargo “su año” sencillamente es el siguiente o el posterior. Mi experiencia personal ha sido la de ir a más cada año. Y luego, claro, no todos los ciclistas se lo pueden tomar igual a la misma edad, cierto que hay muchos juveniles a tope con la bici, 24 horas para la bici; otros no pueden permitírselo por circunstancias personales o familiares, o tienen otras responsabilidades… Esa dedicación está bien, pero tiene un punto contraproducente porque si luego pasa algo, una lesión, un lo que sea, todo ese esfuerzo y esa exclusividad no vale para nada. Este deporte es muy complicado, hay que rendir los 365 días al año y que te acompañe la fortuna. Y con todo, eso no te garantiza nada. No digo que la dedicación no sea buena, pero sí que hay que esquivar la obsesión y no cerrarse otras puertas”. López, por estos motivos, tuvo claro que nunca dejaría de estudiar.
Y por eso entre sus planes inminentes están los estudios de Ingeniera Informática. Nunca los aparcó. “Al final el deporte me ha ayudado a desconectar mucho de los estudios, pero nunca me planteé dejarlos. Siempre he pensado que, con una correcta compatibilización, que tampoco es fácil, se podían llevar las dos cosas. Y mira, poco a poco, se ha podido. Este va a ser mi último año de estudios universitarios. La idea es poder entregar el TFG durante este curso 2023-24. Ahora, de momento, toca descansar un poco. Creo que nos lo merecemos”.
Merecimiento. Sin lugar a dudas hubiera estado muy bien poder levantar los brazos en alguna carrera a título individual, porque éxitos por equipos sí que acabaron llegando durante el curso. ¿Esa es la espinita? “Me hubiera gustado acabar esta etapa como sub23 con al menos una victoria, sí. En la reciente Volta a Galicia me salió una contrarreloj muy buena y, ostia, en algún momento me vi cerca. No lo esperaba, pero tuve el día. Estaba fuerte. Y al verte ahí piensas, venga, estás para disputar. Pero al día siguiente pegas un petardazo y dices, vaya, qué rabia, todo el esfuerzo de ayer… Pero este deporte es así, unas veces vas con gas y otras, no. Pero en la Volta a Castellón sí que lo sentí cerca. Fue la primera carrera que hice tras el fallecimiento de Arturo. En la etapa reina, con final en Bel, arranqué y cogí unos 15”. Isaac Cantón, que nos dirigía en esa carrera, me iba animando por el pinganillo. Quería ganar y dedicársela a Arturo, iba rodando la piel de gallina… Lo intenté, lo di todo; pero no pude. Y la espinita de esa dedicatoria sí que se me quedó”.
Enamorado de los Pirineos, donde la familia tiene una casa, en el menú del ocio nunca van a faltar las bielas. “La bici, por supuesto, siempre va a estar ahí. Me encanta la bici, voy a seguir montado en bici. Hay que disfrutar de los Pirineos y del Sistema Ibérico. En cuanto pueda me voy a escapar a subir Javalambre, que tengo ganas conocerlo. Este año no pude ir a ver la Vuelta allí o al Tourmalet porque coincidió con las últimas carreras de la temporada. Es hora de vivir el ciclismo de otra manera, porque una cosa es entrenarte y otra salir en bicicleta. Toca disfrutar la bici de forma diferente, descubrir los paisajes con otros ojos, vivir el ciclismo de otra forma… También podré hacer más esquí de fondo en invierno, que me gusta mucho, y también podré hacer más trekking por la montaña, que es algo que en temporada no es posible. ¡Y mi hermano me quiere enganchar en el mundo del triatlón! Así que quién sabe, igual este invierno me animo. Lo que tengo claro es que voy a seguir disfrutando de la bicicleta”.