La soledad de los números y la memoria del ciclismo
Los números cuentan mucho en el ciclismo. Cuentan y marcan la diferencia. Los metros de distancia hasta el final de la subida más dura, que nunca parecen llegar y que se hace larga e insoportable. El número de segundos que separa a los que han ganado de los que han llegado más tarde: segundos, centésimas, momentos, instantes. Los números que se agolpan en la cabeza del directivo y que siempre tienen que volver, siempre tienen que sumar: la diferencia entre lo que entra y lo que sale, la diferencia entre un equipo que crece y otro que se frena.
Los números que un ciclista pega en su espalda, lo que significa estar ahí. Y esta palabra, «estar ahí», en vísperas de un Giro de Italia tiene un significado aún más especial y hermoso.
Y aquí están los números de EOLO-KOMETA. 101 Fortunato, 102 Albanese, 103 Bais, 104 Fetter, 105 Gavazzi, 106 Maestri, 107 Rivi… y luego saltamos al 109 de Rosa. Sí, porque el ciclismo nunca se olvida. Y desde aquel maldito 9 de mayo de 2011 el Giro no ha sido lo mismo y el 108 ya no es un número como otro cualquiera. El 108 era el número de un joven llamado Wouter Weylandt que cumplía su sueño en las carreteras del Giro de Italia. Un chico que encontró la muerte bajando del paso del Bocco, donde Liguria y Emilia Romagna se dan la mano, intercambiando bellos y silenciosos paisajes.
Desde ese día, ningún corredor del Giro de Italia ha tenido el número 108 y nadie lo tendrá nunca: porque el ciclismo tiene memoria. El ciclismo tiene memoria. Wouter es recordado así: con una ausencia, la de su número, que se convierte en una presencia. Y el hecho de que este año el honor de recordarlo haya recaído en nuestro equipo no hace más que hacer más especial este Giro.
Francesco Caielli