“En su momento quería casarme con Ivan Basso, ahora gracias a él el ciclismo es mi vida”
Una historia personal desde la Tirreno-Adriático: Francesa Baroni, ciclista y una campeona en la vida.
Las carreras como la Tirreno-Adriático son mágicas. Los motivos son multiples. Uno de ellos son los encuentros que en ellas se producen. El primero llega en el hotel donde se hospeda el EOLO-KOMETA Cycling Team en la víspera de la salida de la primera etapa en Lido di Camaiore. Francesa Baroni es una joven enamorada: enamorada de la vida, del ciclismo y de Ivan Basso. Francesca tiene una historia. Su padre, Luca, empieza a contarla.
“Mi mujer y yo somos muy devotos de San Francisco, tanto que cuando nos enteramos de que había una niña en camino, decidimos inmediatamente llamarla Francesca. Era una niña maravillosa y la bautizamos en Asís. Unos meses más tarde nos enteramos de que Francesca sufría problemas auditivos graves. Fue un momento devastador para mí tanto en lo personal como en lo que respecta a la fe. San Francisco, qué mal te portaste con nosotros… Unos meses después volvimos a Asís, un fraile escuchó nuestra historia y nos dijo una frase que nunca olvidaré: “Esta niña no va a tener problemas nunca en su vida”.
Y sí, esa profecía se cumplió: Francesca nunca tuvo ningún tipo de problema. Pero ahora es ella quien completa el resto de su historia.
“Tendría unos seis años, algo menos, cuando estaba viendo la retransmisión del Giro de Italia 2006 desde casa por la tele. Vi un chico vestido de rosa y pensé de manera inmediata algo así: qué guapo es, me he enamorado de él, me quiero casar con él…”.
¿Quién era ese chico?
Era Ivan Basso. Y desde ese día mi vida cambió.
¿Por qué?
Comprendí que más allá de que me gustase, también me gustaba ese deporte. Me gustaba el ciclismo. Y mucho. Ivan se convirtió en mi ídolo. No me perdía ninguna carrera suya. Y entonces decidí que yo también quería ser ciclista.
Y Francesca comenzó a practicar este deporte. Y como pasa con todas las cosas que ella hace en su vida diaria, comenzó a pedalear muy en serio…
Primero, con la mountain bike. Después, el ciclocross, Más tarde, muchísimas horas en la carretera. Y montar el bicicleta se convirtió en mi pasion. Una pasión que me brindó paralelamente algunos Buenos resultados…
¿Por ejemplo?
Tercera en unos campeonatos internacionales de mountain bike, undécima en los Campeonatos de Europa… En el ciclocross acabé quinta en los campeonatos del mundo dentro de la categoría sub23 y he Ganado dos pruebas en Italia. Ahora me gustaría que la bicicleta se convirtiera en mi trabajo, más allá de mi pasión. Y sé que lo conseguiré…
Hablemos de Iván. Volvamos a aquella niña de casi seis años que quería casarse con él.
Unos meses después de aquella etapa del Giro, mi padre llegó a casa y me dijo que uno de sus compañeros quería despedirse de mí y que nos esperaba en el hotel Cesar, aquí en Camaiore. Sinceramente no tenía muchas ganas, pero fui.
¿Y?
No había ningún compañero suyo: estaba Iván. Me eché a llorar y abracé a mi padre. No sabía qué hacer. Ya sabes, soy tímida…
¿Qué pasó después?
Iván y yo nos hicimos muy amigos. Siempre lo seguí, cada vez que corría cerca me acercaba a verlo y a saludarlo. Y sobre todo, Iván me enseñó mucho.
¿Por ejemplo?
Que, como él dice, el asfalto muerde: y cuando vas en bici, tienes que respetarlo. Me enseñó a amar el ciclismo. Me enseñó a no rendirme nunca, jamás. Me enseñó que, sea cual sea el obstáculo que te ponga la vida, puedes superarlo. Así aprendí a vivir mi particular condición, que, como le dijo aquel fraile a mi padre, nunca ha sido un problema. Y por ello, también debo dar las gracias a Iván.
[ Maurizio Borserini]