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Eduard Rodés: “Me considero un ciclista de equipo, un trabajador, un currante”

Fue en 2016, siendo juvenil de segundo año, cuando Eduard Rodés (Barcelona, 8 de abril de 1998) comenzó a tomarse la bicicleta mucho más en serio. Hasta aquel entonces las competiciones no habían sido una prioridad. Él también era un ciclista atípico, en tanto que venía del mundo del baloncesto. En una infancia con no pocas inclinaciones deportivas, el universo de la canasta fue el que más tiempo le había seducido. “Jugaba al baloncesto desde los ocho años”, recuerda. “Estaba en el equipo de aquí, de Cabrera de Mar. Mi posición era la de base. Jugábamos por toda la zona. Llegué a formar parte de una selección de la Comarca del Maresme y hubo un momento en el que incluso me llegué a plantear jugar fuera, en algún equipo de fuera”.

La bici hoy en día es la herramienta de trabajo de un Eduard Rodés que sueña, como todo el pelotón aficionado, en lograr un hueco entre los profesionales. “Me gusta la bici, sí, pero al final me gusta mucho más allá de la competición en sí”, afirma. Y esto viene al hilo tanto de la tipología de algunos de sus entrenamientos pasados como de proyectos lúdico-turísticos no concretados aún por diferentes obligaciones.  Sobre la preparación, en ocasiones sale de casa con rumbo a los Pirineos, donde sube La Creueta o la Collada de Toses, donde hace noche en casa de un amigo que vive en la Cerdanya tras un entreno con 4.000 metros de desnivel. En cuanto a los planes de futuro, en el cajón aún aguarda el mejor momento para un viaje de diez días entre Catalunya y Suiza a través de Francia e Italia; por supuesto en bicicleta.

Lo cierto es que en casa de los Rodés Guirao, el protagonismo de las bicicletas estaba fundamentalmente marcado por las tardes estivales y el Tour de Francia. “En casa seguíamos la ronda gala por la tele un año sí y otro también”, recuerda. Pero en la familia los hijos también tenían bicicletas. “Salíamos a dar una vuelta con los amigos, lo típico, con esas bicis de quince kilos”. Poco a poco fue probando. Incluso también practicó algo de velódromo. “Para probar. Al final una bici es cara y tampoco íbamos a comprar una por comprar. Lo que hago me gusta hacerlo bien y quería saber si seguiría practicando”.

Tras unas temporadas en el Club Ciclista Iluro de Mataró, sin ningún tipo de presión o unas metas muy claras, Rodés pasó al Club Ciclista Mollet y allí se intensificó su vertiente ciclista. El baloncesto quedaba reducido a algunas pachangas ocasiones con amigos o al seguimiento de su actualidad. Un día a día que sigue mucho a través de la red social Twitter. Eduard ahora encara su cuarto año como sub23. Eso es experiencia. “¿Qué tipo de ciclista soy? No me atrevo a encasillarme. Me considero un ciclista de equipo, un trabajador, un currante. Si tengo que elegir una especialidad, cuando estoy en forma me defiendo bien en las subidas. En general me gustan las carreras duras, también me va bien el frío. Y dentro de carrera creo que soy capaz de competir bien en situaciones bajo presión, con astucia, sé pensar ‘en caliente’”, indica.

El nuevo corredor del equipo sub23 de la Fundación Alberto Contador comenzó a estudiar en la Universidad la carrera de Económicas, pero la exigencia de la competición le invitó a tomarse una pausa. “Tengo muy claro que quiero seguir estudiando. Me matriculé en Económicas, pero el segundo año en la categoría se hizo muy duro, sobre todo porque era muy importante asistir a las clases y esto coincidió con el fichaje por el Aldro Team, motivo por el que me tuve que instalar en Torrelavega. Era muy difícil de compaginar. Pero después hice un grado de Nutrición, que es un mundo que me apasiona, me gusta”.

Rodés, de hecho, es muy amigo de cocinarse sus propios platos. “Bueno, intento hacerlos entretenidos al menos. La dieta del ciclista no es muy variada. Pero si la comida entra por la vista, pues mucho mejor. Unos espaguetis con calabacín son un plato sencillo, pero más alegre. Salvo el queso o la mantequilla, no tomo lácteos. Tengo un hermano que es vegano, se hizo de un día para otro por principios. Para mí el suyo es todo un ejemplo e incluso me ha hecho pensar mucho al respecto. No tomo carnes rojas y la carne en sí la he reducido mucho”.

Cuestionado por sus pruebas favoritas, tarda en decidirse. “Soy un friki de este deporte, me gusta empaparme de todos los datos en el Procyclingstats”, bromea. “El Giro de Lombardía o la Strade Bianche están entre mis favoritas en cuanto a pruebas de un día, diría incluso así en general las clásicas italianas. Por etapas, el Tour de Francia. No hay nada parecido en cuanto a magnitud. Por supuesto también están las clásicas flamencas, que son muy emocionantes de ver pero las peores para competir en ellas… Igual mis aptitudes no son las mejores para esas pruebas, pero desde luego si tuviera la oportunidad de correrlas no diría nunca que no. Eso sí, disputarlas para ganar, no. Eso creo que sería imposible”.

Eduard coincidirá en la plantilla con un compañero de entrenamientos en la grupeta catalana como Álex Martín. “Siempre me ha hablado muy bien de la Fundación. Es un gran chaval. Y con mucho futuro. Solo hay que ver cómo ha sido su año. Ya ha dejado muestras de su calidad en varias carreras, y eso que es un chico recién llegado a la categoría y que en teoría iba tranquilo. Ya se le veía venir de juvenil, pero las adaptaciones nunca son fáciles”. Y por delante, una temporada muy ilusionante. “Le guardo un cariño especial a la Ronde de l´Isard. La corrí con el Aldro. Me encontré muy bien. Me gustaría volver, si tengo la oportunidad”.

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