Albanese, por fin Albanese
Tour du Limousin (2.1)
Etapa 4: Saint Laurent sur Gorre-Limoges (175’1 km)
No todas las victorias son iguales. Cada victoria es, a su manera, hermosa e inolvidable. Única y emocionante. Poderosa y capaz de dejarte sin aliento. Esta victoria, la de Albanese, llegó con la fuerza de algo esperado durante demasiado tiempo y demasiadas veces rozado, vino a recordarnos lo bien que sienta ganar y dio sentido a cada sacrificio y a cada día de trabajo.
Habría que contar la historia completa, el primer ataque de Fedeli y luego el decisivo final de Albanese, que tuvo el valor de intentarlo a falta de 1,5 kilómetros: se fue y ya no le cogieron, se fue con la fuerza de los que creen en ella y de los que no aceptarían otro puesto. Una victoria que barrió las decepciones, las casi victorias, los segundos puestos, los resultados de honor.
Hay que hablar de la celebración, porque en un Tour du Limousin con un nivel muy alto, ganar no era fácil, y una victoria así es para celebrarla. Para celebrarla todos juntos: desde Alba hasta el último, porque eso es lo que hace un equipo.
Ganar es bonito. Hacerlo todos juntos es lo más bonito del mundo.
Vincenzo Albanese: «Estoy feliz, muy feliz. Miro hacia atrás y vuelvo a ver los años anteriores a mi llegada a EOLO-KOMETA, que fueron los más oscuros para mí, los años en los que toqué fondo. Y luego veo el último año y medio, en el que siempre fui fuerte pero no llegué a ganar: Tuve veinticinco puestos de honor en 60 carreras. Y ahora, por fin, llegó. Creo que mañana por la mañana me daré cuenta de que por fin he ganado, pero incluso ahora es bonito». Y Alba, nos cuenta cómo fue ese último kilómetro. «Si hubiéramos esprintado, habría hecho otro puesto: un tercer, cuarto puesto no era suficiente, así que decidí ir a por todas. Era ganar o terminar en el puesto 50. Sabía que tenía que ganar tiempo enseguida porque al final el pelotón seguramente me alcanzaría, por eso seguí apretando: Vi que tenía una buena ventaja, que los demás se miraban, y por eso lo di todo aunque ese kilómetro no se acabara nunca. Y esta vez ha ido muy bien». Y al final, una dedicatoria especial: «A mi suegra, que lo está pasando mal. Y a mi familia que siempre me ha apoyado».
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