Marius Knight-Chaneac: “No hay que tener miedo a pedir ayuda, a hablar: es el mensaje”
La máxima es recurrente, pero no por caer en el tópico deja de ser menos cierta. Llegar al profesionalismo es muy complicado. El camino es apasionante. Pero difícil. En las estructuras deportivas de la Fundación Contador se intenta facilitar al máximo este periplo con todo el apoyo material y humano. El objetivo es formar buenos ciclistas, pero sin perder jamás de vista que también, no menos importante, se forman personas. Por eso se hace mucho hincapié en el aspecto curricular. Y por supuesto en la importancia de mantener unos valores.
Se podrá ser mejor o peor ciclista, pero ante todo se es humano y hay unos valores que nos hacen mejores humanos. Marius Knight-Chaneac es uno de esos chicos que compartía el sueño de alcanzar algún día el profesionalismo, pero el juvenil de segundo año de la Fundación Contador ha decidido abandonar la competición. En la búsqueda de ese sueño, aunque la competición no sea lo prioritario dentro del proyecto juvenil, la autoexigencia puede ser un arma de doble filo. Para Marius lo ha sido.
“El confinamiento fue algo muy perjudicial para mí. En el confinamiento está la base de toda la espiral de negatividad que se puede apoderando de mí. En cadetes había trabajado muy duro porque mi objetivo era entrar en el que para mí es el mejor equipo de España de la categoría, el de la Fundación. Cuando lo logré fue una alegría enorme, pero al mismo tiempo que estaba muy ilusionado también me obsesioné muchísimo. Mi vida entera era el ciclismo. Pensaba en la bicicleta todo el día. El confinamiento me saturó mucho, mentalmente exploté, comencé a comer mucho, de forma incontrolable, y cogí de golpe mucho peso, como doce kilos. Después tuve desórdenes alimenticios. Guille y Jorge, el director y el preparador, estaban muy pendiente de nosotros, si estábamos bien, sobre cómo lo llevábamos, si necesitamos hablar… Quizá por miedo, nunca les hablé de mi situación”, explica.
“Fue un error, sin duda, porque todo el equipo de la Fundación siempre nos apoya en todo. En el momento, cuando eres tú el protagonista, no es fácil pedir ayuda. Me ha resultado mucho más fácil canalizarlo después, pero tengo claro que hubiera tenido que pedir ayuda antes. ¿Por qué no lo hice? Quizá porque era nuevo, porque no habíamos corrido mucho aún, porque pensaba que no tenía esa confianza con Guillermo, con Jorge o con los compañeros… Nos llevábamos todos bien, pero sentía que no teníamos ese estado de confianza para abordar estas cuestiones. Tampoco lo hice en casa. No hablé con mis padres. No hablé con nadie, realmente…”, añade.
Knight-Chaneac fue uno de los corredores seleccionados en el Campus de Selección de 2019. En la pasada campaña, pese a lo excepcional de la misma por la pandemia, el andaluz de adopción, dijo de británico y francesa, cuajó una actuación muy destacada en la primera edición de la Challenge Ciclista de La Subbética. “Fue mi mejor momento deportivo, sin duda. Aunque venía de tiempos duros. En verano estaba tan saturado que aproveché que mis padres se iban al norte de Francia para subir en bici desde el sur, desde el pueblo de la familia. Fueron cinco días de bikepacking y eso, creo, me permitió llegar bien y con la mente fresca a la Subbética. Tenía otra actitud. Desde noviembre, trabajando con el nuevo entrenador, la verdad es que todo iba bien, estaba progresando bien, me veía físicamente bien… pero de golpe volví que entraba en el mismo camino, volvía a tener desórdenes de alimentación, me agobiaba con la comida… Un día tenía un entrenamiento de cuatro horas, a las dos paré en una cuneta, me pusé a llorar, llamé a mis padres para que me recogieran, y comprendí que era mejor dejarlo”.
“Creo que es importante tener en cuenta estas cuestiones de salud mental, complicaciones que te cogen desprevenido, que no sabes que te van a pasar. De hecho, me acuerdo hace un año o así haber visto algún reportaje sobre un tema parecido y yo pensaba ‘buah, eso no puede existir, no es verdad’. Y mira, el karma. Siempre he tenido una buena relación con la comida, jamás he tenido problemas de peso… Pero es algo que no ves venir, te toca de golpe y no sabes que hacer. Tienes que pedir ayuda. Hablar. Guille, nuestro director, siempre estaba ahí para ayudarnos. Pero no me atreví. En el ciclismo, en el deporte, en la vida en general se habla poco de esto. Y como no se habla, no se asocia. No sabes qué te pasa. No es fácil. Vivimos tiempos de potenciómetros, tiempos en los que una generación de jóvenes, muy jóvenes, está en la élite y que te llevan a pensar que si ellos pueden por qué tu no, aunque no seas como ellos… cosas que te aportan una presión extra que no todos pueden gestionar de forma correcta. Es bueno tener objetivos. Te hace avanzar, te motiva… pero hay una línea que si se cruza puede ser peligrosa. No hay que tener miedo a pedir ayuda, a hablar, es el mensaje que quiero transmitir”.
“Para mí pasar por el equipo juvenil de la Fundación ha sido una de las mejores experiencias de mi vida, la valoro muchísimo. El trato de todo el equipo ha sido siempre maravilloso y podíamos trabajar con todo el apoyo material y humano. El compañerismo, el trabajo en equipo… Muchas cosas. El equipo me ha dado otra perspectiva de España y de la forma de ser de los españoles. Me he enamorado de este país. En la Fundación me han ayudado cuando mi sueño era ser ciclista profesional y también me han apoyado cuando por fin les he contado mi situación y cómo ha cambiado mi forma de ver ahora mi relación con la bicicleta”, concluye.
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