El vuelo de Maestri, y esas lágrimas por secar.

El sonido de un sueño rompiéndose es así: esto es todo. Y es un ruido sordo y doloroso, un ruido que pica como mil alfileres, que se queda en los oídos y desciende hasta el estómago para quedarse allí a alimentar dudas y arrepentimientos. Mirco Maestri, ese sueño que ha perseguido durante 140 km: su carrera previa duró tanto, que terminó burlonamente a unos cientos de metros del final. Y realmente poco más habría que decir, porque en caliente duelen más las victorias conmovedoras que que las derrotas. En cambio, hay cosas que decir. Hay que decir «muy bien» a Mirco por lo que hizo y como lo hizo. Tenemos que decir «lástima» porque todos, Mirco, el equipo, el personal, la afición, creyeron en él hasta el último metro. Esas lágrimas legítimas y normales hay que enjugarlas para volver a encontrar una sonrisa.

Y hay que seguir así, con la frente en alto: el EOLO-KOMETA está corriendo de la única manera que sabe, y está regalando sueños y emociones. Lo seguirá haciendo, guste o no.

Mirco Maestri: “Cuando me dijeron que iba a hacer el Giro, pensé en volver aquí para terminar lo que había dejado en 2019 cuando me sorprendieron en el último momento después de una escapada muy larga. Lo creí, lo probé, luché para cumplir esa promesa conmigo mismo. Pero esto es deporte: las situaciones cambian, pero a veces los resultados son los mismos. La conciencia de la etapa de hoy se mantiene, porque no es evidente poder volver al Giro después de dos años y tener la oportunidad de luchar por una etapa. No le pasa a todo el mundo y estuvimos cerca: días como este sirven para hacernos más fuertes y nosotros, el equipo y yo, volveremos aún más fuertes. Como enseña Donald, uno nunca se rinde».

Maurizio Borserini